Tu cuerpo necesita moverse. Cuanto más tiempo pasas sentado e inactivo, más se atrofian tus tejidos y articulaciones. Tu funcionalidad te va abandonando con discreción, casi sin darte cuenta. Hasta que un día llegan los dolores de espalda, te cuesta agacharte, subir escaleras o cargar a tus hijos.
El camino para restaurar tus capacidades perdidas es el ejercicio.